durante varios siglos, la gente ha debatido si los seres humanos pueden quemar espontáneamente, o estallar en llamas sin ser encendidos por una fuente externa. Aunque los primeros relatos conocidos de combustión humana espontánea (SHC) datan de 1641, el fenómeno ganó una mayor exposición en el siglo XIX después de que el popular autor Charles Dickens lo usara para matar a uno de los personajes de su novela «Casa desolada».,»Cuando los críticos acusaron a Dickens de legitimar algo que no existía, señaló una investigación que muestra 30 casos históricos. Más recientemente, los casos de SHC, se ha sospechado cuando la policía y los funcionarios del departamento de bomberos han encontrado cadáveres quemados con ileso muebles a su alrededor. Por ejemplo, un forense Irlandés dictaminó que la combustión espontánea causó la muerte en 2010 de Michael Faherty, de 76 años, cuyo cuerpo gravemente quemado fue descubierto cerca de una chimenea en una habitación prácticamente sin daños por incendio.,
debido a que el cuerpo humano está compuesto principalmente de agua y sus únicas propiedades altamente inflamables son el tejido graso y el gas metano, la posibilidad de que SHC sea un fenómeno real parece remota. Muchos científicos descartan la teoría, argumentando que una fuente de llama no detectada, como un fósforo o un cigarrillo, es el verdadero culpable en los casos sospechosos. Por lo general, las víctimas fallecidas se encuentran cerca de una fuente de fuego, y la evidencia sugiere que muchas de ellas se prendieron fuego accidentalmente mientras fumaban o trataban de encender una llama.,
por otro lado, los creyentes señalan el hecho de que el cuerpo humano tiene que alcanzar una temperatura de aproximadamente 3.000 grados para ser reducido a cenizas. A menos que el SHC fuera un factor genuino, parece imposible que los muebles no se quemaran también. Las causas propuestas del supuesto fenómeno incluyen bacterias, electricidad estática, obesidad, estrés y—más consistentemente—consumo excesivo de alcohol, pero ninguna ha sido corroborada por la ciencia hasta el momento. Una hipótesis reciente proviene del biólogo británico Brian J., Ford, quien en agosto de 2012 describió sus experimentos con combustión en la revista New Scientist. Según Ford, una acumulación de acetona en el cuerpo (que puede resultar del alcoholismo, la diabetes o un tipo específico de dieta) puede conducir a la combustión espontánea.