El litio se encuentra en cantidades variables en los alimentos; las fuentes primarias de alimentos son granos y verduras; en algunas áreas, el agua potable también proporciona cantidades significativas del elemento. La ingesta de litio en la dieta humana depende de la ubicación y el tipo de alimentos consumidos y varía en una amplia gama., Trazas de litio se detectaron en los órganos humanos y tejidos fetales ya a finales del siglo 19, dando lugar a las primeras sugerencias en cuanto a posibles funciones específicas en el organismo. Sin embargo, tomó otro siglo hasta que la evidencia de la esencialidad del litio estuviera disponible. En estudios realizados desde la década de 1970 hasta la década de 1990, se demostró que las ratas y cabras mantenidas con raciones bajas en litio exhibían mayor mortalidad, así como anomalías reproductivas y de comportamiento., En los seres humanos no se han caracterizado las enfermedades definidas por deficiencia de litio, pero el bajo consumo de litio de los suministros de agua se asoció con un aumento de las tasas de suicidios, homicidios y las tasas de arresto por uso de drogas y otros delitos. El litio parece desempeñar un papel especialmente importante durante el desarrollo fetal temprano, como lo demuestra el alto contenido de litio del embrión durante el período gestacional temprano., Los mecanismos bioquímicos de acción del litio parecen ser multifactoriales y están correlacionados con las funciones de varias enzimas, hormonas y vitaminas, así como con factores de crecimiento y transformación. La evidencia experimental disponible ahora parece ser suficiente para aceptar el litio como esencial; se sugiere una IDR provisional para un ADULTO de 70 kg de 1000 µg/día.